Cataldo Avilés, ZaydaBretón, MaiteFacultad de Humanidades y Educación.Escuela de Periodismo.2021-03-102021-03-101998http://repositorio.unab.cl/xmlui/handle/ria/18175Tesis (Periodismo)El hombre del año mil vive con un nudo en el vientre por temor a errar, al hambre y al futuro, mal nutrido, penando para extraer del suelo el pan con herramientas irrisorias. La fraterni­dad y la solidaridad le aseguran en este mundo duro de indigen­cia, la supervivencia y una redistribución de la escasa riqueza. La pobreza es la suerte común y es compartida. La sociedad no condenó, como hoy, al que carece de domicilio estable a la soledad en una callejuela olvidada o a encogerse en una estación de metro. No existía la espantosa soledad del misera­ble que vemos en nuestros días.» En la sociedad medieval el dolor físico y la muerte tenían poca importancia; el hombre vivía, moría y se divertía con gran brutalidad. El deporte era un simulacro de la guerra, lo llevaban a los torneos y servía para descargar la violencia de aquella sociedad extremadamente brutal. En esa época, la peste negra devastó Europa durante el verano de 1348 y liquidó a un tercio de su población. En consecuencia, vivían con miedo a la miseria y a las epidemias permanentemente. La enfermedad se vivió como castigo del pecado, lo mismo que el SIDA para algunos hoy. También, temían al extranjero, sobre todo al pagano, al musulmán y al judío. Eran considerados infieles a quienes debían convertir o destruir. Los hombres no salían solos a la calle y solamente una puta o una loca era capaz de salir al exterior de su casa sin alguien que la acompañara. Pero, más que a la muerte, los hombres de la Edad Media temían al juicio, al castigo del más allá y a los tormentos del infierno. Cualquier fenómeno extraño de la naturaleza podía significar el descontento de los cielos, algún anuncio o una invitación a respetar mejor el orden divino.PostmodernidadChile.EntrevistasPeriodismoVoces de fin de siglo