Agentes en el fútbol : ¿los dueños de la pelota?
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Fecha
2002
Profesor/a Guía
Facultad/escuela
Idioma
es
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Editor
Universidad Andrés Bello
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Licencia CC
Licencia CC
Resumen
Junto con el contrabando de armas y el narcotráfico, el fútbol es considerado como
una de las tres actividades que más dinero producen en el mundo. Según una
investigación efectuada en 1999 por la revista argentina "Marcha", este deporte
mueve anualmente la no despreciable suma de 250 mil millones de dólares y
genera trabajo para 250 millones de personas.
Los inmensos recursos monetarios comenzaron a girar en torno a esta práctica
desde su profesionalización, la que se inició en la década de los cincuenta. Con el
paso de los años se despertó el interés de un grupo de hombres que vieron en el
balompié una nueva fuente para efectuar negocios y, claro está, obtener
ganancias.
Puntualmente, sus operaciones comerciales se centraron en un terreno de bajo
perfil en el ámbito de este deporte: la transferencia o contratación de jugadores por
parte de los clubes. De esta forma, surgió la nueva figura que comenzó a servir de
nexo entre equipo y futbolista: el representante.
Como suele suceder en prácticamente todas las actividades donde interviene el
hombre, la necesidad de contar con un talento implica la inversión de fuertes
sumas de dinero. El fútbol no escapa a este fenómeno.
Basta mencionar que en julio del 2001, el club español Real Madrid pagó a su par
italiano Juventud de Turín 67 millones de dólares para contratar los servicios del
seleccionado francés Zinedine Zidane.
Con respecto al real aporte de estos agentes en la actividad deportiva se han tejido
las más variadas opiniones. Sus defensores sostienen que su presencia es
necesaria ya que entrega a los jugadores un valioso asesoramiento legal a la hora
de concretar un fichaje, proporciona la posibilidad de aspirar a mejores contratos y
abre nuevos mercados.
En cambio, sus detractores los consideran como unos "simples mercaderes que
usufructúan del fútbol", se enriquecen a costa de sus representados y lo único que
hacen es encarecer los costos de una transacción.
Esta última percepción se agudizó, en el medio deportivo mundial, luego que a
mediados del 2000 se suscitara, en Europa, un escándalo que involucró a varios
manejadores en la falsificación de pasaportes de jugadores provenientes de
América y África, con el objetivo de que estos no ocuparan cupo de extranjeros en
los clubes de la Unión Europea (UE).
En aquel entonces, la Unión Europea de Fútbol Asociado (UEFA) establecía que
cada institución podía contar sólo con cinco futbolistas extracomunitarios.
A Chile el tema lo afectó directamente. Dos compatriotas fueron sorprendidos
portando pasaporte comunitario falso (Pablo Contreras, quien militaba en el
Mónaco de Francia, y Alejandro Escalona, del Benfica de Portugal). En tanto,
Cristián Uribe (Benfica de Portugal) y Juan Francisco Viveros (Sporting de Lisboa,
Portugal) retornaron al país antes de ser investigados por las autoridades.
A partir de estos hechos, se comenzó a cuestionar si la labor del representante era
legal y éticamente correcta. Entonces, nace el interés de conocer cuál es la
verdadera dimensión de este personaje, así como también intentar desentrañar si
su presencia es o no un aporte para el desarrollo del fútbol, deporte cuyos primeros
antecedentes directos se encuentran en las milenarias culturas del Lejano Oriente.
Notas
Tesis (Licenciado en Periodismo)
Tesis contiene correcciones.
Tesis contiene correcciones.
Palabras clave
Fútbol, Investigaciones, Chile, Periodismo, Reportajes