En busca de Klingsor o la reescritura de la historia : el holograma a través de los intersticios

dc.contributor.advisorAguilera, Francisco
dc.contributor.authorTobar Bustamante, Paula
dc.contributor.editorFacultad de Educación y Ciencias Sociales
dc.date.accessioned2020-12-29T13:53:10Z
dc.date.available2020-12-29T13:53:10Z
dc.date.issued2010
dc.descriptionTesis (Licenciado en Letras, Mención Literatura)es
dc.description.abstractEn el siglo I a.C., Horacio organizó los tipos de discursos en dos: verdaderos o falsos, según la experiencia concreta: si ésta se verificaba fuera del texto, los llamó discursos documentales o documentos (del latín doce); si por el contrario, el control de la verdad estaba dentro del discurso los llamó monumentos (del latín moneo) (Aguilera, "Lengua y creatividad: la literatura" 26). Siglos después, el lingüista rumano Eugenio Coseriu distinguirá en la lengua dos niveles: la norma, esto es, el conjunto de posibilidades dentro de un sistema y el habla, una realidad de comunicación, es decir, una situación de habla concreta. Siguiendo esta línea de reflexión, Félix Martínez Bonati une el concepto de monumento y habla, para definir la literatura como una situación particular de comunicación, explicando que en ella sí existen tiene frases afirmativas, pero no con un referente real, sino que con uno ficticio (El acto de escribir ficciones 69) o, como señala Siegfried Schmidt, una situación de comunicación imaginaria. Dicho espectáculo del habla requiere que se establezca un pacto de lectura, lo que significa aceptar que lo que se lee es imaginario y no real. Esto quiere decir que, en la literatura, el referente es el lenguaje, el que es ónticamente homogéneo, centrado así toda su significancia, en lo posible, en el texto mismo. A diferencia del discurso historiográfico, que tiene como referente la realidad externa, que es ónticamente heterogénea. En consecuencia, esta distinción ha establecido al discurso historiográfico como documento. A medida que la literatura se fue independizando del arte, de la teología, de la filosofía, etcétera, se vuelve un objeto que puede ser abordado teóricamente. Es así como, tomando en cuenta lo planteado anteriormente, se pudo distinguir un nivel histórico, en donde el valor documental se reduce al contexto de producción y recepción de una obra, dando paso a un segundo nivel, llamado artístico, donde ya se produce el cambio de referente, por lo tanto, se estudian los elementos retóricos de la situación de comunicación imaginaria. Pero se ha distinguido un tercer nivel, denominado estético, donde surge el concepto de mundo posible, es decir, el mundo ficticio de la obra literaria.es
dc.identifier.urihttp://repositorio.unab.cl/xmlui/handle/ria/17228
dc.language.isoeses
dc.publisherUniversidad Andrés Belloes
dc.subjectEscritura Historiaes
dc.titleEn busca de Klingsor o la reescritura de la historia : el holograma a través de los intersticioses
dc.typeTesises
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